Aunque los cables USB son herramientas esenciales para cargar dispositivos y transferir datos, expertos en ciberseguridad han revelado un peligro poco conocido: algunos modelos pueden ser utilizados por ciberdelincuentes para robar información personal o incluso tomar el control de dispositivos sin que el usuario lo note. Esta amenaza ha llamado la atención tras la aparición de cables con componentes ocultos capaces de instalar malware.
Uno de los ejemplos más alarmantes es el cable USB-C O.MG, desarrollado inicialmente con fines de investigación, pero que ha demostrado lo fácil que es modificar estos accesorios para convertirlos en herramientas de espionaje. A simple vista, parecen cables comunes, pero en su interior pueden contener microchips diseñados para extraer datos, rastrear movimientos o comprometer la seguridad de teléfonos y computadoras.
Para protegerse de esta amenaza, los especialistas recomiendan utilizar únicamente cables certificados, evitar el uso de puertos de carga públicos y optar por modelos que solo permitan la carga, sin transferencia de datos. Además, sugieren inspeccionar regularmente los cables en busca de posibles modificaciones sospechosas, ya que la ciberseguridad comienza con los detalles más pequeños.