El gobierno de Estados Unidos envió a El Salvador a 17 presuntos criminales vinculados a las pandillas Tren de Aragua y MS-13, considerados por Washington como organizaciones terroristas. La operación fue descrita como un esfuerzo conjunto entre Estados Unidos y El Salvador para proteger a la población estadounidense y combatir el crimen transnacional. Marco Rubio, jefe de la diplomacia estadounidense, calificó la acción de “exitosa”, destacando que estos individuos ya no representarán una amenaza para las comunidades en Estados Unidos.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, respaldó la operación y afirmó que los detenidos son criminales de alto perfil, incluidos asesinos y violadores de niños. Los pandilleros enviados a El Salvador serán recluidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), un centro de detención de alta seguridad. La cooperación entre ambos países ha sido elogiada por Rubio, quien destacó la colaboración única de Bukele en la lucha contra las pandillas.
Por otro lado, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, denunció el traslado de los venezolanos a El Salvador como un “secuestro” y criticó la actuación de Estados Unidos, calificándola de un acto de violación de derechos humanos. La deportación de estos criminales forma parte de las políticas de Donald Trump, quien previamente había designado al Tren de Aragua como enemigos de guerra.