Marcelina Pérez vivió el peor momento de su vida cuando sus tres hijas murieron tras consumir pan envenenado en las calles de San Cayetano, Chiapas.
Marcelina vio a sus hijas tendidas en el suelo con el efecto del veneno actuando, y sus familiares, en un intento desesperado por ayudarlas, llamaron a una ambulancia. Durante la angustiosa espera, alguien les sugirió que le dieran leche y limón a las niñas para intentar detener el avance de la intoxicación.
“Me dijeron que les diera leche para que vomitaran, pero ya no pude hacer nada. Fallecieron en la ambulancia”, compartió con el corazón roto la madre, quien vio cómo sus hijas sucumbían ante la intoxicación.
La tragedia, que también involucró la detención de dos funcionarios locales, dejó a Marcelina con un dolor inmenso, sintiendo que no hubo nada que pudiera hacer para evitar la pérdida.