En la colonia Cuarta Transformación de Tultitlán, Estado de México, rebautizada en honor al movimiento político del presidente Andrés Manuel López Obrador, los vecinos enfrentan las mismas carencias de siempre, a pesar de las nuevas placas de calles que ensalzan políticas gubernamentales.
Las vías sin pavimentar, el drenaje deficiente y los constantes robos contrastan con nombres como “Mejoramiento Urbano” o “Fertilizantes para el Bienestar”. Aunque el cambio de nomenclatura no implica un costo para los habitantes debido a la falta de escrituras formales en muchas viviendas, algunos critican esta acción como un capricho político que ignora las necesidades reales de la comunidad.
La alcaldesa Ana Castro defiende la medida, argumentando que es mejor rendir homenaje a políticas sociales que a figuras controvertidas del pasado, como Gustavo Díaz Ordaz. Sin embargo, la inseguridad y la precariedad de los servicios básicos hacen que los vecinos sigan demandando mejoras tangibles, como pavimento, drenaje adecuado y mayor seguridad.
Mientras tanto, los habitantes continúan lidiando con el abandono de la zona y los problemas que han persistido por décadas, sin importar el cambio de nombres.
A pesar del descontento, las calles lucen flamantes placas de color guinda que recuerdan programas federales como “Jóvenes Construyendo el Futuro” o “Sembrando Vida”. No obstante, los residentes expresan escepticismo sobre el impacto real de estas acciones, considerando que la situación de pobreza e inseguridad en la colonia sigue siendo la misma. Para muchos, el cambio de nombres ha sido un gesto simbólico que no aborda las necesidades más urgentes de la comunidad.